Así como te recuerdo es como quiero recordarte. Como te
recuerdo ahora, con la vista fija en un mapa, tropezando por las calles. Perdida
sin mí, pero sin necesitarme. Con tu vestido de vuelo y de flores, tu visita
fue la explosión primaveral tras un invierno lento y pesado. Ya no eras tímida,
sino reservada. Parecías cambiada, pero fue tu perfume de vainilla el que me
quitó la idea de la cabeza. No, aquella eras tú. Simplemente habías estado
dormida hasta entonces. Ambos habíamos estado dormidos durante veinte años,
ambos comenzábamos a despertar.
Como te recuerdo ahora, aun suspirando por el primer amor,
sembrando sonrisas de añoranza por Barcelona y, no obstante, fuiste feliz
viernes, sábado y domingo. Lo sé, llámame loco por el atrevimiento. Ciertamente
estaba loco por ti. Yo, que nunca te quise, te miraba en la adolescencia, pero
te vi en la juventud, en las vacaciones de Semana Santa. Creo que incluso te
desvestí con esa mirada.
¿Viniste a mí a propósito, conocías el ciclón que se
desencadenaría? Sólo tres días y ya son una etapa de mi vida, de esas que
deberé contarle a mi hijo cuando me pregunte qué es el amor. Desde el reencuentro,
ese susto de voz grave, hasta la despedida, antes del alba, en mi frío portal,
yo en pijama y tú… Ah, creo que no hay armario en el mundo para todos tus
vestidos. Cuando regresé a las sábanas con tu aroma, pensé que tal vez, algún
día, volverías y me dejarías que te guardara alguno. Pero no volviste.
Así como te recuerdo es como quiero recordarte, por eso no
he querido verte… Por eso no he querido hablarte. Enviarte una de esas cartas que
terminan con “te quiero”, para qué. Ya me han contado que te vieron, allá por
el viejo barrio donde una vez, antes de descubrirte, antes de vivir yo, te
grabé seduciendo a la cámara. Ya me han contado que te vieron acompañada, así
que para qué seguir rezándole a la Virgen y a los Santos que no te lleven tan
lejos como llegan tus pecados.
Gala, te escribo esta carta para decirte que ya no vivo en
el mismo vecindario, por si tal vez, algún día, vuelves… Y llamas a mi puerta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario